En este mundo actual en el que las redes sociales ocupan un papel importante en el día a día en la vida de las personas, resulta inevitable no compararse con otros. Se desea conseguir la casa, la ropa, la belleza y los cuerpos esculturales que los nuevos ídolos o influencers exponen en sus plataformas sociales como TikTok, Twitter o Instagram.
Igualmente se busca, independientemente del género, tener una piel perfecta que se vea a través de la pantalla o ese rostro joven y dulce que tanta atención despierta en los seguidores. Un deseo que, fácilmente, puede transformarse en la nueva obsesión conocida como cosmeticorexia.
Esta obsesión, descrita inicialmente en adultos, también ha calado en las vidas de nuestras escolares y adolescentes entre los 10 a los 18 años, que las lleva a preocuparse de una manera exagerada por el cuidado de la piel y el aumento, que puede convertirse en una adicción, en el consumo de productos o prácticas cosméticas para lograrlo.
Como médicos reconocemos que la adolescencia es el mejor momento para comenzar a cuidar la piel, por tal motivo, lo más importante es inculcar los hábitos de higiene diaria de la piel, la hidratación y, por supuesto, la protección contra los rayos del sol, con productos adecuados para la edad y, ojalá, sugeridos por un dermatólogo para mantener la barrera cutánea en buen estado.
Estas rutinas de cuidado facial, que se están haciendo virales en las redes sociales y que siguen las adolescentes, se caracterizan por ser muy complicadas, tener muchos pasos y por el uso de productos cosméticos que no son requeridos a esta edad como, por ejemplo, el retinol.
Este empleo sin control de terapias, serums, mascarillas o limpiezas faciales inadecuadas implica un alto riesgo de lesiones y daño para la piel con la presencia en ocasiones de acné cosmético secundario o reacciones adversas como brotes, dermatitis, irritaciones, escoriaciones, laceraciones y hasta quemaduras faciales. Y, en algunos casos, con secuelas irreversibles.
Esta adicción no solo puede tener serias implicaciones clínicas dermatológicas, sino que, además, pueden comprometer la salud mental y emocional del menor al producirle, entre otras condiciones, altos niveles de ansiedad, depresión y baja autoestima debido a la obsesión por la apariencia física y el no lograr los objetivos esperados. Otro efecto que puede ser negativo e incrementar la frustración del joven son los altos costos de los productos y las terapias cosméticas, lo cual hace más difícil el acceso a estos.
¿Cómo podemos ayudarlas a abordar esta situación?
Para abordar la preocupación sobre el uso excesivo de productos de cuidado de la piel por parte de las adolescentes se requiere de un enfoque integral. Se debe combinar la educación, la comprensión emocional y el fomento de una visión positiva de sí mismas. Para ello, algunas de estas estrategias pueden funcionar:
• Promover la autoaceptación y la autoestima.
• Trabajar en fortalecer la confianza en sí mismas, enfocándose en sus cualidades personales, habilidades y valores internos, más allá de lo superficial o lo físico.
• Ayudarlas a entender y a valorarse a sí mismas por lo que son y no por cómo las ven los demás.
• Es esencial fomentar un diálogo donde las adolescentes se sientan cómodas compartiendo sus pensamientos y preocupaciones.
• Enseñarles a pensar y ayudarles a desarrollar habilidades de pensamiento crítico para que puedan ser independientes de la información que reciben en las redes sociales y la publicidad.
• Ofrecerles información y conocimientos claros y precisos sobre el cuidado de la piel durante la adolescencia, explicándoles las necesidades propias de la piel juvenil y cómo el uso excesivo de productos puede afectarles.
• Si tienen problemas en la piel o los cambios normales asociados con su edad, como el acné, es clave hacerlos evaluar por un especialista en dermatología.
Por: Edward Díaz Jiménez
Pediatra social y puericultor
Docente Universidad Libre Cali y
Pontificia Universidad Javeriana Cali